Desde diciembre de 2018, Luis Cuéllar organiza todos los años algún evento a fin de juntar juguetes para niños de familias humildes. Por caso, hace poco más de dos años se viene realizando una caminata por el Parque Avellaneda. Y en diciembre de 2019, Luis corrió 21 kilómetros alrededor de la ciudad para recolectar juguetes.

El 3 de enero de este año se realizó en el Parque 9 de Julio una corrida solidaria, en la que se recolectaron más de 100 juguetes para ser repartidos por los propios alumnos de “Los Salvajes” entre los chicos del barrio, disfrazados de Melchor, Gaspar y Baltasar. “En estas fechas trato de que los chicos tengan lo que muchas veces no pueden y que la gente que tampoco podía a esas edades y ahora sí, pueda ayudarlos. Yo viví eso de cerca y de niño siempre esperás un juguete para las Fiestas. Por eso lo hago”, cuenta Luis.

¿Dónde están esas noches de escondida o esas tardes de jugar a las bolillas?, se preguntó el profesor de educación física Luis Cuéllar cuando volvió al barrio de su infancia, la Costanera Sur, y vio la situación que se vive en las afueras de la ciudad: niños sin un propósito, sin la ambición de llegar a ser alguien, pero sí con los vicios que se pueden encontrar en cualquier esquina. Ese triste panorama despertó en Luis el impulso de hacer algo, desde su capacidad y conocimiento, para modificar y mejorar la mentalidad y perspectiva de los más pequeños del barrio. Así fue que una tarde, hace ya poco más de seis años, nació la escuela de atletismo “Los Salvajes”.

El proyecto empezó con apenas tres alumnos, pero luego de que el éxito de estos en las carreras comenzara a hacer eco en el barrio se fueron sumando más. Sin embargo, el momento en que esta historia dejó de ser meramente sobre un profesor enseñándole actividad física a unos niños y pasó a ser realmente una escuela fue cuando Luis notó que muchos de ellos mostraban un cansancio excesivo. Su madre, con la experiencia de haber criado varios hijos, le dijo: Luis, esos nenes tienen hambre. Traelos, yo tengo unas tortillas y les damos con un mate cocido.

Cuando se quiso dar cuenta, Luis ya no tenía 15 alumnos: tenía el cuádruple. “Empecé con tres, después fueron 15, después 25 y me empezó a doler el bolsillo. A los seis meses ya tenía 60 chicos corriendo y no llegaba con el presupuesto”, cuenta el fundador de “Los Salvajes”, tratando de explicar cómo lo que había empezado como una pequeña ayuda se había convertido en algo que se le escapaba de las manos. “En ese momento en el que no podía más me acerqué a la intendencia, a Darío Monteros, y le pedí si me podía ayudar con la merienda y eso me hizo todo más fácil”, agradeció Cuéllar.

Llegar a Primera

Con semejante caudal de chicos, Luis pensó en una forma de incentivarlos más allá del deporte. Por eso eso decidió dividir el grupo en dos y premiar el comportamiento.

“Hago una Primera División dentro del grupo, a la que para llegar hay que tener buenas notas y ser educados dentro del entrenamento. El premio consistía en que yo los inscribía en una carrera y me encargaba de que tuvieran una remera y un trofeo, y después los llevaba a tomar un café con leche. Y de mi bolsillo les compraba unas zapatillas. Por supuesto, los chicos estaban muy entusiasmados, porque les había dado atención, cariño. Trataba de mostrarles otra vida. Todos querían subir a Primera División, así que me venían con buenas notas. De a poquito todos fueron progresando y el ciclo se iba repitiendo”, detalla Luis el mecanismo para mantener motivados a sus chicos.

De esta manera, les fue mostrando que el mundo no se termina en el barrio y que existen posibilidades infinitamente mayores para ellos. “La idea es mostrarle una herramienta. Una posibilidad de elegir. Porque si al chico no le das esa posibilidad, va a ir siempre por lo más fácil. Lo que vi es que mejoró mucho su autoestima. Están con una actitud de ‘sí puedo, quiero mejorar, quiero ser profesor, ingeniero, o atleta’. Antes no tenían esos sueños”.

Espíritu salvaje

“Salvaje”. Así lo llamaba su amigo Juan Pablo Juárez cuando se entrenaban juntos. Por eso cuando tuvo que bautizar la escuela, Luis no dudó: “Los Salvajes” le pareció mejor que su propio nombre. Se sentía identificado con sus alumnos, porque él también había sido un chico humilde de barrio que corría, jugaba y se divertía a la vera del Río Salí.

“Salvaje es porque corremos y por el lugar del que venimos”, explica Luis, que tiene su propio sueño: “lo que más me gustaría es que sean buenas personas y sirvan a todos sin violencia. Esa es mi misión. Creo que Los Salvajes son en sí mismos un mensaje para la sociedad: cada uno, desde su lugar, puede cambiar su vida”. (Producción periodística: Joaquín Mariné).

Una central y dos filiales

“Los Salvajes” tienen tres sedes. La principal, donde nació todo, es en la Costanera Sur. Cerca de 60 niños de entre 3 y 12 años se entrenan y meriendan todos los lunes, miércoles y viernes.

En Lastenia se encuentra la segunda filial. Allí, poco más de 30 chicos meriendan y se entrenan los martes y los jueves de todas las semanas.

Los 16 chicos con mayores aptitudes físicas, mejor comportamiento y un poco mayores al resto conforman el grupo de “Primera División”, que usualmente se entrena en el Palacio de los Deportes. No obstante, debido a la situación actual se mantiene cerrado, por lo que ahora utilizan el autódromo como lugar de actividad, de cuatro a cinco veces por semana. Fabricio Peralta y Javier Escobar son dos de los jóvenes más destacados de este grupo. “Hoy en día tienen nivel de Sudamericano”, sostienen el profesor Luis Cuéllar junto a su compañero de profesión, Walter Herrera.

Con gimnasio propio

La próxima semana se inaugurará el gimnasio de “Los Salvajes”, a escasos metros del lugar de entrenamiento en la Costanera Sur. Los chicos tendrán sus propias instalaciones, de forma gratuita, para desarrollarse físicamente. En caso que alguien mayor quiera usarlo seguramente deberá abonar una pequeña cuota para afrontar gastos. Pepe Ramón y el intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros, ayudaron a conseguir las máquinas y la pintura para el lugar. “El gimnasio es muy importante para el profesionalismo, ya que no se trata solo de correr; con los ‘Salvajes’ también hacemos lanzamiento de bala y otras disciplinas que también requieren de fuerza y de coordinación, como salto de vallas”.

Más allá de los entrenamientos cotidianos

Desde diciembre de 2018, Luis Cuéllar organiza todos los años algún evento a fin de juntar juguetes para niños de familias humildes. Por caso, hace poco más de dos años se viene realizando una caminata por el Parque Avellaneda. Y en diciembre de 2019, Luis corrió 21 kilómetros alrededor de la ciudad para recolectar juguetes.
El 3 de enero de este año se realizó en el Parque 9 de Julio una corrida solidaria, en la que se recolectaron más de 100 juguetes para ser repartidos por los propios alumnos de “Los Salvajes” entre los chicos del barrio, disfrazados de Melchor, Gaspar y Baltasar. “En estas fechas trato de que los chicos tengan lo que muchas veces no pueden y que la gente que tampoco podía a esas edades y ahora sí, pueda ayudarlos. Yo viví eso de cerca y de niño siempre esperás un juguete para las Fiestas. Por eso lo hago”, cuenta Luis.